martes, 6 de noviembre de 2012

Jesús-Eucaristía 
 pan para la vida de todos 

Marcelo A. Murúa mmurua@buenasnuevas.com 

El capítulo 6 del evangelio de Juan es clave para comprender el significado de la Eucaristía para nuestra vida de fe. En él, el evangelista nos presenta a Jesús como pan de vida, a través del signo de la multiplicación de los panes, y a continuación, a través de un largo discurso de Jesús. Para profundizar la reflexión dividiremos al texto en cuatro partes.
 1) Jesús da de comer a la multitud Jn. 6, 1-15 
" Después Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberíades. Le seguía un enorme gentío, a causa de las señales milagrosas que le veían hacer en los enfermos. Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Se acercaba la Pascua , la fiesta de los judíos. Jesús, pues, levantó los ojos y, al ver el numeroso gentío que acudía a él, dijo a Felipe: «¿Dónde iremos a comprar pan para que coma esa gente?» Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues él sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: «Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo.» Otro discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. Pero, ¿qué es esto para tanta gente?» Jesús les dijo: «Hagan que se sienta la gente.» Había mucho pasto en aquel lugar, y se sentaron los hombres en número de unos cinco mil. Entonces Jesús tomó los panes, dio las gracias y los repartió entre los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos: «Recojan los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada.» Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos que no se habían comido: eran las sobras de los cinco panes de cebada. Al ver esta señal que Jesús había hecho, los hombres decían: «Este es sin duda el Profeta que había de venir al mundo.» Jesús se dio cuenta de que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y nuevamente huyó al monte él solo." © 2005 Marcelo A. Murúa - BuenasNuevas.com - Derechos reservados

Esta escena de la vida de Jesús, conocida como la "multiplicación de los panes" es un relato que figura en los cuatro evangelios. Este sencillo dato nos da la pauta de que fue un hecho de vida significativo para las comunidades cristianas de los primeros años de la iglesia. Sabemos que los evangelios no son biografía de Jesús sino anuncio de su Buena Noticia (tal el significado de la palabra "evangelio"), y que por estar escritos en diferentes contextos históricos y para distintas comunidades destinatarias tienen textos comunes y textos particulares (propios de cada evangelista).
Este relato constituye uno de los textos que sí aparecen en los cuatro evangelios, señal de su importancia y mensaje. Juan ubica la escena en la costa judía del lago de Galilea, cerca de la ciudad de Tiberíades (en la costa del lago había varias ciudades por donde Jesús estuvo predicando durante su estadía en Galilea).
Mucha gente acudía a verlo y escucharlo. La predicación de Jesús se caracterizaba por una práctica liberadora centrada en la curación de los enfermos y la atención de los marginados. El pueblo acudía y lo seguía.
Jesús contempla el gentío y se compadece por ellos. Manifiesta a sus discípulos su preocupación por las necesidades de la gente. Jesús se preocupa por el hambre del pueblo, por lo que podrían o no comer. Practica y vive lo que luego nos enseña: a Dios le preocupa la vida concreta de las personas y juzgará nuestras vidas desde la óptica concreta de la solidaridad y la fraternidad con los hermanos (ver Mt. 25, 31-46). Es interesante descubrir que Jesús no se queda en el diagnóstico de la situación: "la gente tiene hambre"… sino que se compromete a sí mismo y a sus discípulos a buscar una solución a la situación "¿Dónde iremos a comprar pan…?", que equivale a "¿Qué haremos nosotros por esta gente"
La actitud de los discípulos también es interesante para analizar. Felipe se sorprende con la pregunta del Maestro y su respuesta esta cargada de lógica humana" Doscientas monedas de plata no alcanzarían para dar a cada uno un pedazo". Una moneda de plata era el salario o jornal  de un día de trabajo. La cantidad expresa una suma importante de dinero pero su significado es más profundo. Cuántas veces nosotros
contemplamos las situaciones de injusticia de nuestro tiempo y nos desalentamos "¡Nada se puede hacer!", "Las cosas nunca van a cambiar", "Con tan poco no se puede hacer mucho…" Con sus palabras Felipe quiere decir que cree imposible dar de comer a toda esa gente. El segundo discípulo que aparece en el relato, Andrés, hace un aporte más positivo, aunque también plantea sus dudas e incredulidad.
Vale la pena recordar que Andrés fue uno de los dos discípulos que primero encontraron a Jesús, según el evangelio de Juan y que luego de encontrar a Jesús fue a buscar a su hermano Simón y le dio testimonio de Jesús (Jn. 1, 35-42). En este relato vuelve a aparecer una actitud característica del discípulo (y por lo tanto
de quienes buscamos seguir los pasos de Jesús): es quien es capaz de descubrir a su alrededor los dones que Dios ha repartido, aún cuando no alcance a comprender. Andrés señala que un muchacho tiene algo de alimentos, aunque a su juicio no es suficiente "¿qué es esto para tanta gente?".
Jesús interviene tomando la iniciativa. Les da instrucciones a sus discípulos y la 
gente se sienta en grupos. Las soluciones no son individuales sino comunitarias, Jesús 
organiza a la gente, le enseña a compartir. 
Tomando los panes y los pescados Jesús hace un gesto: da gracias y los reparte.

El gesto de Jesús nos recuerda otros momentos de su vida: la cena antes de morir 
(Mc. 14, 22), el encuentro con los discípulos de Emaús (Lc. 24, 30).

Un detalle del texto puede pasar inadvertido. Los panes que el muchacho acerca 
son de harina de cebada, la harina de los pobres en los tiempos de Jesús. La harina 
de trigo era más refinada y su costo era mayor. 
El pueblo sencillo hacía su pan

con 
harina de cebada. Jesús valora el aporte sencillo y a partir de lo que la gente

ofrece
actúa y cambia la vida (es una característica de Jesús partir del aporte humano 
para hacer sus señales milagrosas, este aporte puede ser material o una actitud, 
como en la curación del paralítico, ver Mc. 2, 1-12).

A continuación se señala que todos recibieron cuanto quisieron y los discípulos 
recogieron doce canastos con lo que había sobrado. Las cifras son evidentemente 
simbólicas, propias del gusto y entendimiento del pueblo judío, que adjudicaba significados 
a los números.

El texto no habla en ningún momento de multiplicación de los panes a pesar de 
que la tradición ha conservado ese título para esta escena evangélica. 
Jesús acepta el aporte del niño, da gracias, lo reparte… y todos comieron y se 
saciaron. Un dicho popular de nuestros días afirma "Cuando se comparte, alcanza

y sobra…" Un excelente teólogo de nuestros días, Albert Nolan, nos abre una ventana 
a una comprensión del texto que nos compromete y nos interpela:

" El mejor ejemplo del empeño de Jesús por educar a la gente
a repartir lo que posee, es el milagro de los panes y los peces (Mc. 
6, 
35-44, par.).

Este episodio fue interpretado por la primitiva iglesia y 
por

todos los evangelistas como un milagro de multiplicación (aunque 
ninguno 
de ellos lo dice expresamente). La forma habitual de llamar la 
atención 
sobre un milagro consiste en decir que la gente quedó perpleja, 
pasmada o enmudecida. En este caso, no se nos dice nada de esto; 
lo que se nos dice es que los discípulos no habían comprendido 
(Mc. 
6, 52; 8, 17-18, 21). El acontecimiento tiene un significado más 
profundo. 
Pero, en sí mismo, no fue un milagro de multiplicación, sino 
extraordinario

ejemplo del hecho de compartir." 

¿Quién es este hombre? Albert Nolan, pág. 87. Ed. Sal Terrae

La escena termina en forma enigmática. La multitud aparenta reconocer al Mesías 
esperado, pero Jesús que advierte una intención que no es compatible con el 
proyecto 
de Dios se aleja y busca refugio en el monte, en soledad.